Convertida la
realidad española en un gran programa de telebasura, aquí puede pasar
cualquier cosa. La información veraz, objetiva y comprobada es más
importante que nunca. Depende de ella no sólo nuestra democracia, sino
nuestra salud mental.
El periodismo
riguroso resulta imprescindible. La situación a la que estamos llegando
por culpa de este Gobierno permite dar crédito a cualquier cosa. Además
de empobrecernos, nos está contagiando un delirio paranoico. En España,
por desgracia, parece ya verosímil la sospecha más descabellada, la
operación secreta más inconcebible, la conjura más cercana al ridículo o
la impunidad más sobrecogedora. Y como el Gobierno no da explicaciones,
o miente de forma descarada, sólo nos queda la resistencia democrática
de un periodismo que investigue, ordene la información y la haga pública
sin ocultar los datos.
Ya sé que
soplan muy malos vientos para la prensa. La mayor parte de los medios
están controlados por grandes grupos económicos e ideológicos
interesados en apagar los brotes de conciencia crítica. Por eso hay que
elegir, cuidar y apoyar como un salvavidas democrático a los focos de
resistencia y a los profesionales dispuestos a trabajar con rigor. La
información veraz es el mejor abono de la libertad y la independencia.
El rey de
Marruecos indulta a 48 españoles. Como el rey de España vive horas
bajas, parece que el Gobierno y su hermano marroquí procuran devolverle
el prestigio sentimental a través de medidas de gracia. “Es un regalo de
vuestro rey”, le dijo un carcelero a uno de los presos que dejaba en
libertad. Todos tan felices. Pero de pronto Hamid Krayri, abogado de la
Asociación de Derechos Humanos de Marruecos, da la voz de alarma. Ha
quedado libre un pederasta de comportamiento peligroso y repugnante. Por
culpa de un error – nos cuentan- se mezclaron dos listas, una de presos
a indultar y otra de presos a repatriar. Acabaron todos en libertad y
camino de España.
Aunque llama la
atención la prisa con la que se gestionó el regreso a España del
pederasta libre y aunque tiene una biografía llena de peripecias
extrañas, el Gobierno no ofrece explicaciones. Se vale, además, de un
uso manipulado de la Ley de Protección de Datos para ocultar el nombre
de los otros indultados por error. Así que por nuestras calles pueden
andar sueltos 29 violadores, asesinos y criminales peligrosos. Más
preocupante incluso que el caso publicitado del pederasta es el
anonimato de los otros delincuentes.
En algunos
medios marroquíes se ha vinculado al pederasta con los servicios
secretos españoles. Aquí se extiende el rumor. ¿Pero será posible? La
verdad es que cualquier chapuza es creíble en esta monarquía bananera.
Hasta el disparate más grande puede suceder. La salud política, las
relaciones internacionales, la economía, la corrupción y los accidentes
ferroviarios dependen en España de explicaciones que no pueden darse de
forma razonable. Ante los silencios que protegen al Gobierno –más que a
los datos-, dependemos de la investigación periodística.
Por ahora sólo
hay una cosa clara: este escándalo ha sido posible gracias a los avances
de la opinión pública en Marruecos y al desmantelamiento de la
española. Mientras la indignación de los ciudadanos marroquíes puede
provocar ya que un rey feudal rectifique, la impunidad y la prepotencia
del Gobierno español hace posible cualquier desafuero. Somos tratados
como siervos más que como ciudadanos. Los indultos a la carta pertenecen
a la España de pandereta en la que el responsable de un partido afirma
ante el Parlamento, sin ningún tipo de vergüenza democrática, que no se
enteró de nada mientras su tesorero estaba haciéndose multimillonario
con el cobro de comisiones ilegales y favores políticos.
Todo se
relaciona. A esta España maltratada, más cerca políticamente de África
que de Bruselas, viene Olli Rhen, el Vicepresidente económico de la
Comisión Europea, para darle la razón al FMI y pedir una bajada del 10 %
en el salario de los trabajadores. España es tratada como una colonia,
porque este Gobierno -y el anterior- le han servido nuestro Estado en
bandeja al colonialismo europeo y a las grandes fortunas de la monarquía
bananera. También en economía necesitamos de un periodismo serio que
explique el origen de la crisis española, la situación de un país
desnutrido y la verdad de nuestros salarios. Hay trabajos y salarios tan
miserables que ya no hace falta quedarse parado para vivir por debajo
del umbral de la pobreza.
Casos
inadmisibles como el del pederasta o el del Vicepresidente económico
-tanto monta, monta tanto-, sólo pueden rechazarse consolidando con
informaciones rigurosas a esa opinión pública que el Gobierno pretende
desmantelar. Necesitamos información para salvarnos de una corte de los
milagros en la que cualquier cosa es creíble.
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