jueves, 25 de julio de 2013

La marca España

La marca España
Inopinadamente “ocultas” tras la indigencia ética que crece a la sombra del eslogan, del titular, o la consigna esterilizadora de cualquier ideología, persisten potentes, las figuras retoricas de un neoliberalismo “noventista”

Soy consciente de que a “estas alturas” (aunque haya cosas más importantes que atender) todos consideramos “una verdad de Perogrullo”, el hecho de que el leguaje sea como es, una clave fundamental para la construcción de un discurso político sólido.
 
Así que pido disculpas si desbarranco por un tedio reiterativo a lo largo de esta exposición, pero como la realidad nos demuestra a diario, nuestros “próceres de la izquierda”, un poco “a tontas y a locas”, en su desesperada construcción de poder, siguen apuntalando las bases de un discurso, que en última instancia, más tarde o más temprano, tendrán que sostener, con los pilares esenciales de una retórica neoliberal. Algunos ejemplos:
"Yo creo que no, no pediría el rescate”, ha comenzado la entrevista (TVE 17.09.2012) “el jefe de la oposición” (la comillas son mías), Alfredo Pérez Rubalcaba. El “líder” (comillas mías) socialista ha explicado que no lo haría, "afecta a la marca España”
“Señor Rajoy, (Cayo Lara el 20 de febrero de 2013) la corrupción en España está socavando los cimientos de la democracia. (…) que además está afectando mucho (la negrita es mía) a la marca España”
Inopinadamente “ocultas” tras la indigencia ética que crece a la sombra del eslogan, del titular, o la consigna esterilizadora de cualquier ideología, persisten potentes, las figuras retoricas de un neoliberalismo “noventista”, que tanto, el Sr Alfredo Pérez Rubalcaba (Secretario general del PSOE y “líder de la oposición”) como el Sr Cayo Lara (Coordinador federal de Izquierda Unida, miembro del partido Comunista Español) han revindicado y reivindican acríticamente, como un bien nacional.
El concepto "La marca España", enterrador de todo sujeto historio, político o ciudadano, que sin ninguna ingenuidad impulsó el gobierno de José María Aznar (¿Cómo no?) ha logrado invadir el estado, los medios de comunicación y la mayoría de las articulaciones en el discurso político, como una verdad, que lejos de ser discutida, es mayormente celebrada a voces.
Ahora bien, si una marca “es el signo distintivo de un producto en el mercado” la pregunta que cabría hacerse es ¿Cómo se convierte a todo un país en una marca? La respuesta parece bastante obvia, como sucede con cualquier producto, se deja en “las manos” de la “infalible maquinaria del marketing publicista”, que al igual que como opera en la construcción de una marca (o sea, manipulando el discurso para exaltar lo “mejor”) gasta toneladas de dinero en la creación de una “imagen” internacional como vehículo para captar una inversión (que supuestamente, nos salvará a todos) ocultando, cualquier indicio visible de desestabilidad institucional o “falla en el producto”, que en este caso se traduciría en: protestas, huelgas, parados, índice de pobreza, de exclusión. En síntesis, cualquier cosa que afee las prometedoras he idílicas posibilidades de seducir al mayor número de inversores foráneos.
Un ejemplo muy significativo y reciente de esa construcción de la llamada “Marca España”, que ha tenido y tiene a la empresa “Zara” como uno de los referentes fundamentales para la creación de una imagen internacional “fiable”, es, por una parte, el espectacular he incuestionado crecimiento, año tras año, a la vera del estado, de una empresa “líder en el mundo" (se veía a mucha gente orgullosa) y por otra, cómo, en el interior, en el reverso que deliberadamente oculta toda alegría publicitaria, comenzaron a asomar, una a tras otra, “las cabezas insatisfechas de un sinnúmero de remotos esclavos”.
Quizás, alguien, en los sucesivos gobiernos que han contribuido a ese inopinado crecimiento meteórico de la empresa “Amanciorteguiana”, podría haber alertado, pensado en vos alta o sugerido, que desde hace ya varios siglos, la única manera posible de convertir una pequeña empresa regional en una multinacional de dimensiones desconocidas, es la esclavitud. Aunque claro está, tener la mayor fortuna de España, de Europa y la tercera en el mundo (según Forbes) concede, varios cientos de "callados” privilegios.
Es así, casi banalmente, o por conveniencia discursiva (un cáncer endémico en las izquierdas) como hemos “caído”, herederos “de la “fribolizante mediatización política de los noventa”, a “pito” de encuestas y asesores de imagen, en la más profunda de las contradicciones ideológicas, con un espíritu, casi festivo.
Y si no, que nos expliquen el Sr Cayo Lara y el Sr Rubalcaba, como representantes de la izquierda Española que son, y ya que definitivamente nos hemos convertido en una marca a promocionar:
¿Qué papel jugamos los ciudadanos en esta nueva representación simbólica del país? Más aún:
¿Qué papel juegan ahora, el gobierno, los sindicatos y partidos?
Seguramente, algún asesor de campaña “espabilado” ya tenga la respuesta.
Ya veremos...

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