Inopinadamente “ocultas” tras la indigencia ética que crece a la sombra del eslogan, del titular, o la
consigna esterilizadora de cualquier ideología, persisten potentes, las figuras retoricas de un
neoliberalismo “noventista”
Soy consciente de que a “estas alturas” (aunque haya cosas más importantes que atender) todos consideramos “una verdad de Perogrullo”, el hecho de que el leguaje sea como es, una clave fundamental para la construcción de un discurso político sólido.
Así que pido disculpas si desbarranco
por un tedio reiterativo a lo largo de esta exposición, pero como la
realidad nos demuestra a diario, nuestros “próceres de la izquierda”, un
poco “a tontas y a locas”, en su desesperada construcción de poder,
siguen apuntalando las bases de un discurso, que en última instancia,
más tarde o más temprano, tendrán que sostener, con los pilares
esenciales de una retórica neoliberal. Algunos ejemplos:
"Yo creo que no, no pediría el rescate”,
ha comenzado la entrevista (TVE 17.09.2012) “el jefe de la oposición”
(la comillas son mías), Alfredo Pérez Rubalcaba. El “líder” (comillas
mías) socialista ha explicado que no lo haría, "afecta a la marca
España”
“Señor Rajoy, (Cayo Lara el 20 de
febrero de 2013) la corrupción en España está socavando los cimientos de
la democracia. (…) que además está afectando mucho (la negrita es mía) a
la marca España”
Inopinadamente “ocultas” tras la
indigencia ética que crece a la sombra del eslogan, del titular, o la
consigna esterilizadora de cualquier ideología, persisten potentes, las
figuras retoricas de un neoliberalismo “noventista”, que tanto, el Sr
Alfredo Pérez Rubalcaba (Secretario general del PSOE y “líder de la
oposición”) como el Sr Cayo Lara (Coordinador federal de Izquierda
Unida, miembro del partido Comunista Español) han revindicado y
reivindican acríticamente, como un bien nacional.
El concepto "La marca España",
enterrador de todo sujeto historio, político o ciudadano, que sin
ninguna ingenuidad impulsó el gobierno de José María Aznar (¿Cómo no?)
ha logrado invadir el estado, los medios de comunicación y la mayoría de
las articulaciones en el discurso político, como una verdad, que lejos
de ser discutida, es mayormente celebrada a voces.
Ahora bien, si una marca “es el signo
distintivo de un producto en el mercado” la pregunta que cabría hacerse
es ¿Cómo se convierte a todo un país en una marca? La respuesta parece
bastante obvia, como sucede con cualquier producto, se deja en “las
manos” de la “infalible maquinaria del marketing publicista”, que al
igual que como opera en la construcción de una marca (o sea, manipulando
el discurso para exaltar lo “mejor”) gasta toneladas de dinero en la
creación de una “imagen” internacional como vehículo para captar una
inversión (que supuestamente, nos salvará a todos) ocultando, cualquier
indicio visible de desestabilidad institucional o “falla en el
producto”, que en este caso se traduciría en: protestas, huelgas,
parados, índice de pobreza, de exclusión. En síntesis, cualquier cosa
que afee las prometedoras he idílicas posibilidades de seducir al mayor
número de inversores foráneos.
Un ejemplo muy significativo y reciente
de esa construcción de la llamada “Marca España”, que ha tenido y tiene a
la empresa “Zara” como uno de los referentes fundamentales para la
creación de una imagen internacional “fiable”, es, por una parte, el
espectacular he incuestionado crecimiento, año tras año, a la vera del
estado, de una empresa “líder en el mundo" (se veía a mucha gente
orgullosa) y por otra, cómo, en el interior, en el reverso que
deliberadamente oculta toda alegría publicitaria, comenzaron a asomar,
una a tras otra, “las cabezas insatisfechas de un sinnúmero de remotos
esclavos”.
Quizás, alguien, en los sucesivos
gobiernos que han contribuido a ese inopinado crecimiento meteórico de
la empresa “Amanciorteguiana”, podría haber alertado, pensado en vos
alta o sugerido, que desde hace ya varios siglos, la única manera
posible de convertir una pequeña empresa regional en una multinacional
de dimensiones desconocidas, es la esclavitud. Aunque claro está, tener
la mayor fortuna de España, de Europa y la tercera en el mundo (según
Forbes) concede, varios cientos de "callados” privilegios.
Es así, casi banalmente, o por
conveniencia discursiva (un cáncer endémico en las izquierdas) como
hemos “caído”, herederos “de la “fribolizante mediatización política de
los noventa”, a “pito” de encuestas y asesores de imagen, en la más
profunda de las contradicciones ideológicas, con un espíritu, casi
festivo.
Y si no, que nos expliquen el Sr Cayo
Lara y el Sr Rubalcaba, como representantes de la izquierda Española que
son, y ya que definitivamente nos hemos convertido en una marca a
promocionar:
¿Qué papel jugamos los ciudadanos en esta nueva representación simbólica del país? Más aún:
¿Qué papel juegan ahora, el gobierno, los sindicatos y partidos?
¿Qué papel jugamos los ciudadanos en esta nueva representación simbólica del país? Más aún:
¿Qué papel juegan ahora, el gobierno, los sindicatos y partidos?
Seguramente, algún asesor de campaña “espabilado” ya tenga la respuesta.
Ya veremos...
Ya veremos...
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